El grano debe ser duro, seco, lo más limpio posible y sin ningún olor extraño.
Utilizar café recién molido.
Siempre guardar el grano en recipiente opaco y hermético. Es esencial para conservar el aroma.
Mantener los utensilios limpios y lavar a fondo después de cada uso, los posos secos son muy malos.
El molido deber ser bien fino pero no impalpable.
Si el molido es demasiado grueso no se le saca todo su sabor y la salida es muy rápida, sin crema y con sabor a agua caliente.
Si el molido es muy fino lo tamiza y la salida es muy lenta, crema a veces muy fina y con sabor demasiado fuerte y requemado.
Usar agua clara y fresca, agua mineral sería perfecto.
Servir inmediatamente, recién hecho y muy caliente.
En taza de porcelana o loza es más agradable al paladar que en vaso de cristal.
Nunca recalentar el café ya que perderá su aroma, solo en el caso de absoluta necesidad hacerlo al baño maría.
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