A principios del siglo XVI ya se consumía el café en El Cairo, adonde lo llevaron los sufíes yemenitas de la Universidad de Al-Azhar, y los lugares en que se tomaba eran muy numerosos, donde además con el tiempo se llegó a cantar y bailar, lo cual los hizo sospechosos a los ojos de los ortodoxos del islam. Así las cosas, en 1511 Chair Beg, inspector de los mercados (muhtasib) de La Meca, en nombre del sultán de Egipto, Cansou, vio al salir un viernes de una mezquita que unos fieles se preparaban a orar por la noche bebiendo por turnos de una vasija que contenía un líquido que él pensó fuera vino. Ante su actitud sospechosa los llamó y preguntó qué bebían, ellos respondieron que era una bebida que se vendía y tomaba públicamente en muchos lugares de La Meca. Al saber esto, y que incluso en esos locales se cantaba y bailaba, pensó que no podía ser algo permitido por la ley musulmana. Al día siguiente reunió a los ulemas, a los oficiales de justicia, a los médicos y a los principales doctores de la Ley, para saber su opinión acerca de si el consumo de café era acorde o no con la ley coránica. Los sabios respondieron que los escándalos que se producían en las casas donde se vendía este producto sí que eran contrarios a la Ley, pero que el bunn, árbol de cuyo fruto se preparaba el café, era una planta y lo que se debía estudiar era si su consumo producía resultados nocivos. En la polémica intervinieron médicos que a la vez eran teólogos, cosa muy normal en aquella época,
de una y otra opinión, venciendo los enemigos del café, por lo cual Chair Beg prohibió totalmente su consumo tanto en público como en privado. Este documento en el que se prohibió el café es la primera prueba escrita que se ha conservado que se refiera claramente al café (1511). Enterado de esto el sultán de El Cairo, Cansou, superior jerárquico de Chair Beg, le ordenó levantar la prohibición, pues los doctores de la Ley de El Cairo habían permitido el consumo del café y su opinión, pensaba él, había de ser más docta que la de los de La Meca.
El café era empleado por los sufíes para rezar y por los que acudían a las kawhe-khanes o tabernas para dedicarse a la diversión. En resumen, los maestros sufíes opinaron, en general, que el café era un productonatural, y su consumo era tan lícito como el de cualquier otro no prohibido expresamente por la ley islámica, además este producto contiene efectos estimulantes para el cuerpo y el espíritu. En cambio su consumo se prohíbe cuando esté asociado a comportamientos reprobados por la Ley. Lo malo era que la actitud de los bebedores de café era harto sospechosa a los ojos de los puritanos. Parece ser que se reunían en círculos y hacían circular entre ellos la copa que contenía el café, al igual que hacían los bebedores de vino, se entregaban, además, a juegos sospechosos, ¿podía ser sospechoso el ajedrez?, cantaban, danzaban y a menudo esto sucedía «en compañía de efebos».
de una y otra opinión, venciendo los enemigos del café, por lo cual Chair Beg prohibió totalmente su consumo tanto en público como en privado. Este documento en el que se prohibió el café es la primera prueba escrita que se ha conservado que se refiera claramente al café (1511). Enterado de esto el sultán de El Cairo, Cansou, superior jerárquico de Chair Beg, le ordenó levantar la prohibición, pues los doctores de la Ley de El Cairo habían permitido el consumo del café y su opinión, pensaba él, había de ser más docta que la de los de La Meca.
El café era empleado por los sufíes para rezar y por los que acudían a las kawhe-khanes o tabernas para dedicarse a la diversión. En resumen, los maestros sufíes opinaron, en general, que el café era un productonatural, y su consumo era tan lícito como el de cualquier otro no prohibido expresamente por la ley islámica, además este producto contiene efectos estimulantes para el cuerpo y el espíritu. En cambio su consumo se prohíbe cuando esté asociado a comportamientos reprobados por la Ley. Lo malo era que la actitud de los bebedores de café era harto sospechosa a los ojos de los puritanos. Parece ser que se reunían en círculos y hacían circular entre ellos la copa que contenía el café, al igual que hacían los bebedores de vino, se entregaban, además, a juegos sospechosos, ¿podía ser sospechoso el ajedrez?, cantaban, danzaban y a menudo esto sucedía «en compañía de efebos».
El Manuscrito árabe 459010 dice al respecto: «Se vio el número de tabernas crecer, frecuentadas por bellos adolescentes y efebos que se dejaban ir a las diversiones, a la ociosidad y a seguir los pasos del diablo». Finalmente, y tras múltiples discusiones, imperó la idea de que lo que determinaba la legalidad o no del café era la intención con la que se consumía. No era lo mismo tomarlo para dedicarse a la meditación y la oración, que para entregarse a prácticas excesivamente lúdicas y, por lo tanto, reprobables.
El consumo del café se puede considerar definitivamente establecido en El Cairo a mediados del siglo XVI, ya que se sabe de revueltas ocasionadas por prohibiciones aisladas de algún oficial de policía excesivamente
celoso de su deber, que procedió a llevar presos y maniatados a los que cantaban y bailaban en una casa de café.
El consumo del café se puede considerar definitivamente establecido en El Cairo a mediados del siglo XVI, ya que se sabe de revueltas ocasionadas por prohibiciones aisladas de algún oficial de policía excesivamente
celoso de su deber, que procedió a llevar presos y maniatados a los que cantaban y bailaban en una casa de café.
Fuente: Biografía del café, Santiago Lascasas Monreal
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