Durante cientos de años, el café para usar en casa de molía a mano con un molinillo en forma de caja que contenía una pequeña cantidad de café. Cualquier que use uno de esos molinillos, que aún se encuentran disponibles, se da cuenta inmediatamente de que no se requiere una mayor capacidad de almacenamiento; se tarda tanto en moler los granos que el café ya molido habrá sido bebido antes de que la caja haya diso llenada.
De todos modos, el molinillo de mano muele muy bien y con un grado de uniformidad sorprendente en las partículas. La molienda es ajustable dentro de una gama que va desde ''gueso'' a ''medio'' o ''fino'' pero no puede moler lo bastante fino para hacer café esprés. Son aparatos baratos pero tardan en hacer su trabajo.
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